viernes, 1 de agosto de 2014

El estallido


Yo tengo ganas de escribirte algo pero lo veo complicado. Lo veo como un acto que haré sólo para pasar mi tiempo. Lo único lindo que podría decirte ya lo dije y se trataban de frases cortitas, de palabras que no sabía ordenar porque hace nunca las dije. Pero ¿ves? No me estás entendiendo. Lo que pasa es que las metáforas y connotaciones no se puede traducir. Pero para que me entiendas estoy como en la nada. And what is that mean? Vas a preguntarme, ya lo sé. Y yo no sabría cómo explicarte en otro idioma que tengo una obsesión por tomar a personas, a objetos, a sueños, a figuraciones que están en el aire; sostenidas por una orgullosa fuerza invisible. Y ahí voy yo y ¡PUM!  A tomar lo que sea que me llame la atención aunque ya sepa que va durar un momento. Lo que duran los parpadeos más cortos, el estornudo que se escapa y nunca jamás vuelve. Y luego ZAS, el golpe y finalmente BUM, el estallido. Por qué estallo. ¿Por qué estallo? Porque estallo. No soy capaz de prevenirme porque yo ya sé lo que me va a pasar pero es como si a los niños sí les gustara quemarse con la estufa y ahí vamos de necios. Cuando me doy cuenta ya estoy estallada. Así estabas tú y después tus ojos y: pum, zas, BUUM. Y yo ahora tengo ganas de subirme a los aviones sin pagar y viajar hasta siempre y hasta muy lejos. Ya pasó esa época en la que me obsesionaba con tener una especie de máquina del amor que me llevara lejos. Pasé esa época de fantasía chafa, ahora vivo una fantasía profesional. Quiero gritar. Qué te puedo decir. ojalá me duela todo el cuerpo después del estallido. No quiero repararme nunca. 

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