viernes, 29 de agosto de 2014

Hay cosas que guardo para mí.
¿Cómo se guarda el universo entero, ingresando por los perfumes  que desprende tu piel y se desintegran en tus ojos?
Los segundos pasan,
Se hacen interminables en el pastiche de mi cerebro andante.

Las arrugas de los años me perturban, 
No por la piel agrietada …
Sino por la acumulación de recuerdos
Emergentes, que se olvidan
 y recursivamente regresan en mis sombras.

Sólo tu lienzo claro me apacigua.
A cada trazo se unifican mis fragmentos
 obtengo nuevas formas.

Se trata de apoyar los pies en la tierra,
De descargar de mi espalda los muertos del pasado.
Ya no se trata de llevar las cargas
Solo alcanza con las marcas.

Hay un momento en que se debe soltar
Y creo éste es el mío.



martes, 26 de agosto de 2014


Es como si los días pasaran sin tener principio ni fin, sin motivo ni razón. El sol sale, la lluvia cae, la luna sonríe, los árboles se van poniendo rojos, las hojas mueren. Todo al mismo tiempo, y el tiempo no pasa, sin embargo, los meses transcurren y la distancia se hace más grande.

Ni una carta, ni una llamada.

Las flores, su esencia, los jazmines. La esencia de los jazmines, eso me gusta, es la que transporta a otro tiempo, a otro lugar, cuando se estaba cerca de la felicidad, tocándola, seduciéndola, jugando con ella para luego atraparla y no dejarla salir jamás. Para luego atraparla…

El café se enfrió otra vez. Empiezo a disfrutar del café recalentado, tiene un gusto nuevo. No pasaba lo mismo con ella, cada vez que las cosas se enfriaban, el gusto nuevo era siempre más amargo, más distante. A orillas del río se estaba bien; era lejos y no había nadie, solo se escuchaba el sonido del agua deslizándose por las rocas y los pájaros cantando una sinfonía que sólo sonaría una vez, cada vez una sinfonía distinta pero igual. Y el aroma de ella... era más fuerte que todos los aromas del lugar, además del perfume se ponía dos o tres flores que arrancaba cada mañana de la enredadera de la puerta de su casa. Las ponía en el tiro del corpiño, desafiándolas a dejarse caer.

lunes, 25 de agosto de 2014

De tal vez un beso.


Ridículo
un día de primavera a medio camino
no todas las cosas son enteras sino partes
el cuerpo las palabras y los autos
la idea es una parte y este encuentro
de dos personas contándose algo
de una vida.

Si nos diéramos un beso
saliva que empieza
saliva que llega
saliva que queda en mi boca y en mi cuerpo 
tres meses
dice la ciencia
demora un humano en desprenderse de los restos
de esas partes
de otro humano
viajando por adentro. 

Pero es ridículo hoy pensar tres meses más allá de mañana:
"Disculpe Doctor,
tengo saliva intrusa desde hace tiempo
me la quiero sacar"
imagino que ya es verano completo
hay asados y familias
hay parejas de vacaciones y bebés que van a nacer en invierno o en la próxima primavera
hay cortes de luz piletas de noche
agujeros en las rodillas de los pantalones y viento y yo
tengo 96.560 vasos sanguíneos 
y en todos
circulará alguien
que una vez me dio un beso
asomando la primavera.

Podría ser peor, 
un frío invierno haciendo sopa o llevando al gato al veterinario,
hay muchos lugares peores 
que este día en este bar
de tal vez un beso.

jueves, 21 de agosto de 2014


“Atrapame si puedes”. 
Si podés, hacelo.
  “Yo” no puedo.

 No puedo sostener los miedos
Cuando quieren escurrirse de las manos. 

No puedo sostener mis pensamientos
Que emigran , revolotean
Y nublan mi vista cansada.  

No se trata de mi, se trata de vos,
Es el espejo  que me perturba,
Las miradas, los miles de discursos armados.
La construcción que hacemos y de la que queremos salir. 

Ya no se trata de mi,
No existe tal
¿Que pasa si después de tanto pensar
No hay existencia material posible?


Sólo me vuelvo el fantasma de mi propia sombra
me construyo de voces,
ya no son palabras
al momento que lo escribo
lo borro con la mente y construyo otras.
Sin pensar si son las correctas,
Si lo que escribo es lo que pienso,

Si lo que pienso es escribible.
Ya no tengo voz, la modernidad , la post, la pre…
Y lo que vendrá. 

Intento ser la materialidad
Mas fidedigna correspondida
 por mi cabeza pensante.

Que piensa pero no inventa,
No cambia nada,  no construye
Deshoja , desarma y muere…
Desvirga el yo poco a poco.

Ya no queda nada.
                                 -------------------------------------------------------                               Ni el eco de mi voz.

martes, 19 de agosto de 2014

Un solo lugar

Qué sé yo
yo qué sé

un día, una distancia
una fuga
escapar, correr hasta llegar 
¿a dónde?

viajar volver esperar
no saber

evaporarme
quiero
y aparecer donde más partes de mi haya

condensarme
salvar distancias insuperables
irreconciliables

edades, ciudades 
culturas, sexo
distancias insalvables

quiero todo ya
ahora mismo
en mi mano
tu mano  
y la de ella

sentirme completa
alguna vez
en un solo lugar

lo obvio



Cuando sepa decirte va a ser el momento equivocado 
como la hoja que cae del otoño al verano siguiente
no es que no te escuche tengo 
la caída lenta 
de quien espera lo obvio
sin preguntarse
si es la arena quien abandona al mar después de la ola
o viceversa. 
Te diría que me esperes
sentado mirando autos pasar

por un juego de espejos
vos sos el auto y yo me siento
todas las rutas terminan en algún lado que nos nombra
llegué
alguien tira las bolsas del mercado demasiado cerca

el sentido de las palabras
siempre depende del lugar en donde caen
yendo
por ejemplo
sin preguntar adónde.
desde qué punto se parte, sería importante
no necesito saber tantos significados
solamente
si es lejos o cerca
si va a ser más lejos o más cerca
un total

si la palabra cayera escrita en un mensaje de texto
si la frase fuera afirmativa
si el remitente fueras vos
viniendo





DH 2014

viernes, 15 de agosto de 2014

Mi revólver plateado




Ayer soñé que te mataba, Juan Francisco. Ni siquiera puedo imaginar la cara que estás poniendo a medida que vas leyendo esto, pero te aseguro, apareciste en mi sueño de anoche. No estoy enamorada de ti ni me importas en absoluto, pero confieso que desde hace varios días te observo, quizá desde el año pasado. Sólo pienso en ti cuando te veo, después cuando termina la clase y cada uno se va por su lado desapareces automáticamente de mi mente. Como si apretara un botón en mi cerebro y te fueras directo a un bote de basura. Pero luego, inevitablemente te veo en cada clase y no puedo parar de observarte. El otro día hasta te dibujé en mi cuaderno. Yo en los márgenes suelo dibujar árboles y casitas con chimeneas con humo que sale y de pronto, ni cuenta me di, empecé a dibujarte y sólo cuando terminé supe que se trataba de ti. No me saliste perfecto, no soy buena en dibujo, pero es un gran avance teniendo en cuenta que yo sólo dibujo casitas con chimeneas y humo que sale. Digamos que te hice un cuerpo con todas sus extremidades (te dibujé sin ropa, por cierto), y para que veas que no fui tan mezquina con tu creación, te dibujé con un dedo de más. Te dibujé el pelo negro con un poco de canas, para darte un toque de actor de cine seductor en blanco y negro. Te ayudé en todo sentido porque tu cuerpo y cara no te favorecen mucho, lo sabes, pero te gusta hacerte el galán cuando pasas entre la gente. Después, si no te enojas conmigo por lo del sueño, puedo mostrarte el dibujo, tu desnudez es impecable.
Voy a empezar. Me desperté y tardé como cinco segundos en volver del sueño a mi cama (digo cinco segundos por decir algo, porque volver a la realidad cuesta tan poco tiempo). Mi cama parecía un campo de batalla con cuerpos muertos, un terreno baldío con aires de tristeza. Tardé como cinco segundos en amigarme conmigo. Uso la palabra amigarme porque te será familiar, a ti te gusta mucho y yo la detesto; siempre en clases dices cosas como: “me amigué con el método”, “ la dicotomía me es poco amigable”. Pero la uso para que te amigues conmigo después de que me leas, después de todo, sigues vivo y mis sueños nunca se hacen realidad. Te voy a medio explicar cómo fue la cosa: tenías una risa burlona que no soporté porque no podía callarte de ninguna manera. Yo te dije: Juan Francisco, cállate. Y tú me señalabas con un dedo y te reías como un disco rayado. Acá viene la mejor parte, no sé cómo salió un revólver de mis manos (los sueños son raros, ¿no?). Yo, obviamente, te apunté sin titubear y ¡Oh¡ recordar esa imagen es muy gloriosa porque yo me sentía actriz de cine con mi revólver bien cargado.  Era un revólver pesado y su color plateado brillaba de una manera que ni te imaginas, todavía siento su cuerpo en mis deditos. No pude capturar su olor, pero puedo inventárselo ahora mismo, yo soy capaz de inventar lo que tú quieras.
Te disparé pero no recuerdo bien tu cara; es una pena porque me hubiera encantado ver eso.  Sería genial poder dejar escrito  un documento de cómo te veías muriéndote por mi disparo frío. En estos momentos puede estar ocurriendo que te enfades de leerme y que pienses que soy una loca cualquiera, pero espera, todavía no terminé. Dame tregua, dame permiso, déjame seguir. Debo decirte que eres un ser indestructible, como de película de acción: no te morías. Te arrastrabas y eres valiente, nunca me pediste que te perdonara la vida; eso estuvo muy mal porque yo quería que por primera vez alguien me rogara de rodillas. Y sin embargo te reías y no parabas de reírte, todavía parece que te escucho. En el sueño pensé, me acuerdo, que si te levantaba y te arrojaba lejos como se arroja una piedrita, podía deshacerme de ti, pero no pude. Aunque eres demasiado flaco (muy flaquito, deberías comer más) no pude levantarte, pudiste con mis fuerzas.

Juan Francisco, espero que cuando leas esto te amigues conmigo y no me odies. Soy la que se sienta atrás de ti en la clase de gramática. Siempre llegas excesivamente tarde y la profesora te recibe con una sonrisa igual. No es que me moleste que ella te sonría a ti y al resto no, sino que no puedo entender cómo siento tú tan insignificante eres capaz de despertarle una sonrisa a alguien. No entiendo. La profesora siempre te da la palabra en clases y a veces terminan hablando sòlo tú y ella. Ella tiene un diente chueco y dice que no sabe nada de literatura que por eso optó por la gramática; lo dice riéndose como si fuera una gracia y lo peor de todo es que te hiciste amigo de ella. Lo sé y entiendo que las personas insignificantes se juntan todas en un solo costal. Apuesto a que has escuchado ese dicho que dice: dios los hace y ellos se amontonan. Sí, ahí está dios fabricando a gente como tú y como la profesora de gramática que nada tiene que ver con la literatura, lo dijo ella, no lo digo yo. El otro día dejaste un ticket de supermercado tirado en el piso y perdón, debo confesar con toda la pena que fui corriendo a recogerlo. No pude soportar la intriga, yo quería saber qué cosas compraba un ser despreciable como tú. Según mis conclusiones tus compras se limitan a paquetes de galletas de varios sabores, una bebida horrible que da energía y comida para gatos. Me pregunto cómo se llamara tu gatito y si lo habrás educado para que haga caca en la arena blanca artificial. Si mi sueño se hace realidad y de verdad te mato, te prometo que no dejaré desamparado a tu mugroso gato, veré si se lo regalo a alguien, conmigo no cuentes.

Pobre Juan Francisco, qué lástima que no pude concluir mi sueño, me despertaste con tu risa, si te vuelvo a soñar no tendré ningún tipo de piedad. No te odio, para nada, lo que pasa es que sigo medio enojada porque el otro día te saludé de lejos y tú te hiciste el que no me viste. En el fondo sabes quién soy yo pero te encanta ignorarme. Si quieres que te perdone sólo necesitas decirme hola, no me mates por favor, te lo suplico. Espero que lo hagas, espero que te quieras salvar, pero francamente lo veo complicado si sigues ignorándome. Si cambias de opinión, búscame, quizá sea este el inicio de un romance contundente (qué poca imaginación me salió con eso del romance contundente), perdòname, no puedo pensar en otra cosa que este momento en el que me lees. No soy tan fría, ahora mismo tiemblo mientras bajo las escaleras y pienso que ojalá no lo tomes muy a mal, que sea un golpe de suerte y te sientas halagado. A mí me gustaría que un chico soñara conmigo furtivamente y a ti también –espero- te está gustando. Me alejo, todavía es temprano para ir a soñar, me gustó mucho mi revólver.




jueves, 14 de agosto de 2014

Que lleve tu marca


Hay sabores que me generan recuerdos. A tu forma, ciclotímica que me marea,  como hoy.
Acabo de darme cuenta que es jueves Mi día.
 Y yo solo suspendida en el aire. Literalmente, estoy en un entrepiso y sólo la energía nauseabunda y confusa que tu piel desprende, niebla mis palabras.

¿Quién sos?
Puedo olvidarme, mitigar tu recuerdo y endiablarte. Construirte como un ser detestable.  Te lo digo frente al espejo con mis ojos que están rojos. Y  mientras las hierbas hacen su efecto,  comienzo a sentir… a sentir  una   bronca que va subiendo por mis  entrañas y se vomita en la mirada. Estas del otro lado.  Aunque no lo sepas  te hablo, y lo hago  porque no necesito escucharte. Se que no sabes responder, que vivís huyendo. Que te incomoda que otra persona ponga las reglas. Siempre sos vos, siempre. El que llama, el que corta, el que no responde. Y el que vuelve….te haces el perdido para que sea tu guía.

 Pero ya no más.
 Te detesto, me das asco, me agarran nauseas. Y tengo miedo que fecundes en mi, un hijo , un hijo  de tu rabia.  Tengo miedo que lo hagas y se parezca a vos.  
Con tus ojos mojados, con tu mirada oculta, esa que es un puro teatro y se retira frente a mí.   Tengo miedo  fecundar un hijo . Que sea producto de tu gen, del virus que dejaste en mí.
 Por miedo a querer  abrazarlo, por miedo a que  el feto me retuerza hasta morir.

    Lo único que te falta luego del sueño, de la paz, de la bronca, del dolor, es que te robes mi ADN. Que me contamines con vos, con tus fluidos. Y salga de mí un engendro, un engendro  que lleve tu marca.

 

 

miércoles, 13 de agosto de 2014

Regresaría temprano hoy. Reflexionaría bajo la ducha, la almohada, el alcohol
¿Ha actuado correctamente?
A veces ese discernimiento que se supone natural, le cuesta más que cualquier otra cosa.
No sabe con seguridad si somos capaces de distinguir el bien del mal
No sabe bien quién ha dispuesto esto.
ESCRIBE cosas que no logro leer desde acá arriba
A veces siento que me esconde algo Quizás no quiera compartirlo
Sabe que yo lo escribo, sabe que lo digo, que lo traiciono.
Desde pequeño advierte mi presencia 
NECESITA, para constituirse, acciones que no puedan ser narradas. Hechos por fuera de las palabras. 
Fuera de toda ficción  Lo INEFABLE
QUIERE desprenderse de  mí
De mi juicio, de mi omnipresencia

Quiere destruir aquellos dioses

martes, 12 de agosto de 2014

Miradas

Escucho una voz
abro los ojos
te veo.
Estás mirándome
sonriéndote
por cómo mi vestido flota.
Sé que te gusta
te miro a los ojos mientras me muevo.
Te provoco
lo sé
me gusta.
Me miras 
intentando encontrar
una escama floja
una grieta
pero no te la concedo:
paciencia.
Abro
poco a poco
un umbral
por el que puedas atravesar
Rasgo mi vestido.
Te anestesia
pero no es lo que querías
no te basta.
Ahora 
tienes más
y quieres
más
de lo que querías
antes.
Ya no sólo ver
sino también
oler
palpar
conocer.

Mi vestido revolotea con el viento,
libre y primaveral ando por las calles.
Te veo y te sigo,
luego me sigues vos,
corriendo a ratos
 a ratos caminando.
Quiero que te canses
de seguirme
que nunca me encuentres
y luego sorprenderte por la espalada.
Sonreír por lo bajo
decirte que me gustan
los martes de lluvia
e irme caminando rápido,
para que puedas seguirme.
Enfrentados pero a distancia.
El juego de miradas se hace infinito.
Siempre es divertido desviar la mirada cuando me ves.
Y sostenerla por largo rato cuando nuestros ojos se encuentran.

lunes, 11 de agosto de 2014

elige tu propia aventura


Si hoy sale el sol te juro
voy a estar
si hoy sale el sol
primero que nadie
es creer o no
dos opciones y la distancia entre ellas
se salva con un solo movimiento
pasar a la hoja siguiente
de elige tu propia aventura
por eso te juro
aunque vos me pidas de rodillas
que no jure
que hace mal
que voy a estar ahí
donde me pidas
sin necesidad de que me lo pidas
tampoco
si no querés
no juro
pero creé
dos personas siempre pueden estar un poco más cerca
la cercanía se mide y lo demás no importa
al lado tuyo
rozando tu sombra alargada de comienzo
de verdad
si sale el sol
voy a estar ahí

viernes, 8 de agosto de 2014

Perro callejero


Perro callejero


Antes de cruzar la calle medito si quizá alguien vendrá a atropellarme. Pienso, no sé por qué, que si eso ocurriera todos se acercarían como hormigas a un pedacito de pan, pero en cuanto vieran que este pan ya tiene moho o está rancio, se irían, todos juntos se irían de mí. Nadie vendrá a salvarme, no hay ningún cristo ni ningún diablo que me jale al fuego. Por eso, cuido mis pasos al cruzar. Desde hace varios días, meses diría yo ahora que lo pienso en frío, no funcionaban los semáforos de esas calles. Que era verde que era rojo y así andábamos. Ignoro si alguien hizo algún reclamo a las autoridades o a quien tenga que hacérsele saber. Pero nadie vino nunca, ignoro también si sigue estando igual, yo preferí cambiar mi sillón de lugar. En ese sitio la gente empezaba a mirarme con desagrado. Yo también tengo hijos, yo también estuve enamorado, yo también tuve aire acondicionado. Pero eso ya pasó y ahora tengo un sillón que no está del todo viejo, lo que pasa es que tiene un poco de mugre, y no es mi culpa, la gente es puerca, sucia y todos esos sinónimos que existen para la gente de esa clase. Todos los días a esa hora yo tenía que cruzar la calle porque el sol pegaba a las 12 en mi esquina y después se iba del otro lado ¿cómo se llama eso? ¿puesta de sol? ¿quién da más?
Pasaban las mismas personas todos los días. Yo era como una especie de perro callejero a quien todos los de la cuadra alimentaban y daban abrigo y todo eso que uno necesita para no morir. La gente es capaz de besar de lengua a los perros de raza fina pero si se trata de uno como yo, la comida la avientan de lejitos. Pasaban y me dejaban comida en bolsas de plástico, a veces tenían mucha grasa, a  veces estaba mal oliente. El pan era más duro que este hueso que puedo verme ahora, quizá más duro aún. Eso es lo que ellos llaman, la buena obra del día. Hasta que llegó a vivir una señorita en esa cuadra. Le llamaré  "la señorita", porque era pequeña pero no era una niña. Aun pienso si fui yo el que abusó de su confianza cuando por fin se animó a acercárseme. La vi, ella cree que no pero lo vi todo y con mi octavo sentido yo ví cómo meditó en la puerta de su edificio de si me hablaba o no. De si yo, perro callejero, iba a morderle el brazo si me daba la mano. Esa señorita nunca me había dado nada y eso le remordía la conciencia, lo podía ver en sus ojos, aunque siempre me sonreía y decía: Buenas tardes. Ella estaba un poco apenada conmigo porque siempre la veía entrar a su departamento con algun chico, siempre distinto, al menos eran 4.  Me picaba el cuerpo, ella me veía rascarme sin piedad y se moría de ganas de hablarme, hasta que un día:
-          Hola, perdone la pregunta ¿necesita usted algo?
-       No señorita, gracias por preguntar.
Cuando escuchó que yo contesté de lo más normal cambió su expresión, como esos niños que se animan a dar el salto y se sorprenden de no caer. Así se sentía ella, como si hablarme hubiera sido un logro importante en su vida. Lo vi en su cara. Y en cómo acomodó sus manos para inclinarse hacia delante, para hablarme más de cerca. Me levanté del sillón porque creí que era mi casa ese pedazo de calle, creí que era mi deber levantarme y demostrar mis modales.
-       siéntese por favor.
-       No, no gracias, así está bien.
Ella miró el sillón y no podía creer mi cinismo. No era el mejor sillón del mundo y lo peor de todo es que estaba muy sucio. La gente no me miraba a mí ahora, la miraba a ella con es cara de mirar al suicida que amaneza arriba de un puente. Así eran sus caras, como queriendo rescatarla de una tragedia, de la basura, de este perro que soy. Ella insistió y me miró en ese momento en el que yo hubiera dado lo único que tengo, mi sillón o mi comezón a cambio de tomarle una mano, de que hubiera aceptado sentarse conmigo y yo poderle ofrecer algo más, un pan caliente y un café. Pero no, no y no.
-       Mira, no digas que abuso de tu buena voluntad, me gustaría una coca cola. Probablemente esperaba que yo le dijera que me diera una sopa caliente o qué se yo. Se rascó la cabeza y dijo como una cachetada en frío: 
-   - ¿Qué? ni siquiera yo tomo refrescos. Le va a hacer daño además.-
 Se reincorporó y dijo que después volvía. Y si quieren algo más preciso: nunca volvió. Y yo después me fui, me fui no por eso, aunque me había dado vergüenza. Ella seguramente pensó que yo quería coca cola o que era como quien dice, un limosnero callejero y malagradecido, pero a esa altura del frío y de la noche yo me deshacía por una coca cola, usted sabe, para eso de amortiguar con azúcar, o algo un poco dulce, aunque provenga del artificio.  Pero la señorita lo tomó a mal y se fue. Se dio la vuelta y entró a su edificio esta vez sin detenerse en la puerta, y bien, ya no tenía nada que pensar. Me rasque la piel una y otra vez igual que lo hace un perro callejero. 

jueves, 7 de agosto de 2014

Maquinaria Mental.


Estas sentado frente  a mí.  Sos el mismo, pero con otro rostro. O en realidad, más bien sos el mismo pero con otras marcas. 

He descubierto hace poco que tengo un problema.
 
Me gustan las marcas, las que puedo ver, las que puedo tocar y las que puedo percibir. Es por eso que me gustan los pocitos que se hacen en tu cara. Por eso puedo tocarte, y tu oreja horadada  me produce placer. El placer visual de deslizarme entre los ojos, la piel, y las vibraciones que en ella ingresan. ¿Será igual la vibración que emerge de mi garganta, la misma sonoridad que ingresa a los conductos auditivos que recubren ese piercing? 

Soy yo y soy ella, la actuación me recubre, las mil palabras que anidan en mi cerebro y te taladran, es que soy una maquina. No puedo parar, no puedo parar y crezco corro, corro, corro.  Y ya me agito. Me agita la sensación de transmitir en el papel. Bueno técnicamente no es verdad. La modernidad ha hecho que simplemente digite las letras. Pero son mías, son nombres, te nombran, te objetivan, te sujetan.  Voy subiendo, siempre soy como un acto. Un acto sexual quizá . Empiezo tímidamente- tengo miedo de develar que estoy pensando todo el tiempo-. La gente “normal” la palabra normal me produce incomodidad. Qué es normal? Qué parámetros sociales, convencionales o estúpidos determinan que es normal cual es la verdad de la normalidad. ¿Y quien dijo que es un valor? – La palabra valor me viene girando en mis neuronas hace tiempo-

. (Punto)

 

Otra vez mi cabeza maquínica me desvía, soy un rizoma soy un puro fluir. Aunque a veces necesito territorializarme. ¿Y otra vez que decía?

 No sé atender los teléfonos, pensar en vos, pensar en pagos, pensar en mis viejos, pensar en que tendría que estar pensando menos porque volví de vacaciones!!

 Y otra vez soy un flujo, un flujo viscoso  un flujo como los fluidos. Ahhh eso era lo que venía diciendo. Soy como el sexo, tímidamente me deslizo, juego a que no lo hago, pero empiezo y no paro, no paro como ahora, no paro y ya me duelen las manos. No de tocarte, no de tocarme de tipear.  Es un dolor menos placentero, pero las letras son eso, dolor y placer. Como el sexo quizá?

  Sigo diciendo- lo que vengo diciendo, o escribiendo más bien-  que soy como el sexo, como tu sexo o como mi sexo, y me desenfreno, pierdo la manija como dicen. Ya la perdí, con vos, con todo, con esto.  Me gusta, aunque a veces me agarra la locura me voy de un péndulo  al otro,  quiero tomar todas las riendas. Pero  después resuelvo que quiero seguir subiendo ¿Cómo parar cuando es puro placer?  Subo      subo …lo sigo haciendo
.....
....
...
..
.
y
 caigo….
 C
a
i
g
o

Redonda, o parada, palito o bomba?  No lo sé, tampoco importa. CAIGO …. caigo como siempre,  todo lo que hay  es puro
 
 
 
vacío.

*Sólo espero que esta vez estes vos para atraparme .

miércoles, 6 de agosto de 2014

"Si, lo groso es que somos distintos."
Paulina, aunque lentamente, empieza a pensar cuán extrañas sonaban sus palabras. Luego mira al mozo que, incomprensiblemente, lleva ahora camisa, chaleco y moño. ¿Pelo engominado? Sí. Raya al costado. Chapado a la antigua sin dudas.
Más tarde, nuestra enredada Paulina, mira sus ropas. Le parecen también extrañas, como fuera del tiempo. Anacrónicas. Observa las otras mesas. No recordaba haber visto entrar  a ninguna de aquellas personas. Tampoco recordaba con fidelidad cómo ella había llegado a sentarse ahí. ¿Recién llegaba o estaba hace tiempo?
Mira la biblioteca del boliche. Los libros parecen haber estornudado todo aquél polvo que se suspendía en sus lomos. Muchos, también, parecían haber sido restaurados sin la mínima muestra de los pliegues y roturas que el uso otorga a los libros. Eso le hace pensar en lo perecedero de la palabra escrita, simplemente porque están expresadas en material corrompible, poniendo en duda la creencia ciega en su inmortalidad  Ahora parecen donación reciente.
Curiosa, escucha una conversación de la mesa aledaña. Están hablando sobre un revolucionario en tango. Escucha, susurrante, un tal Gardel que, aunque retumba en sus oídos familiarmente, nunca ha oído ese nombre. Debe haber aparecido recientemente porque, no lo dijimos, pero Paulina es una amante del tango. Le recuerda algo de la infancia aunque no lo sabe con exactitud. De hecho ahora cree que es una experiencia que  incluso no ha vivido. Curioso.
Vuelve a posar los ojos en aquél espejo. No logra recordar qué le llamaba la atención de aquel pero todavía emana cierta interrogación. De todas formas ya no le preocupa. Ese objeto ha pasado a la interminable lista de cosas diarias que aunque, incomprensibles, aprendemos a naturalizarlas para no aterrarnos.

martes, 5 de agosto de 2014

Escribirte

Sentarme a escribirte 
requiere más que solo el hecho 
de sentarme a escribirte. 
Quiero que mis palabras
leídas por tus ojos
produzcan cosas
en tus oídos
en tu vientre
y al sur.
Te soplo
versos
al oído
entibiándolo con mi aliento
y rozo
palabras
duras
como pezones
fríos
contra tu piel
desnuda.


lunes, 4 de agosto de 2014

Lunes de ciudad



Nunca sé cuándo la gente miente y cuándo no. La pregunta es si tiene sentido saberlo. Busco imágenes que me gusten todos los días, como mirar el vapor que se forma en la pileta cuando estoy lavando los platos. A veces no me molesta quemarme. Lo mismo en la ducha, miro el agua caer desde abajo del chorro, entrecerrando los ojos. Nunca logro no cerrarlos del todo. Algo se acerca y ya dejo de mirarlo, infantil, esperando que pase. En la ducha es constante la pregunta por lo verdadero. La ropa secándose al sol también produce vapor. Es aún mejor porque puedo ver la humedad irse y me pregunto adónde.

Buenos Aires es una ciudad llena de cables. Esa es otra cosa que hace que sea tan divertido mirar por mi ventana de edificio alto. En las fachadas tal vez no tanto, pero los patios interiores de los edificios o sus lados están constantemente atravesados por cables negros, gordos. Antenas. Cada departamento tiene al menos tres, deduje. El de la electricidad, que viene por adentro, el del cable e Internet, que puede ser uno sólo o estar desdoblado, y el del teléfono. Me pregunto yo, con toda la tecnología que hay, el teléfono y el Internet ¿no podrían ser inalámbricos? Ese es otro de los temas que hablo con Guille. Guille dibuja casas y edificios y hasta dibujos de ciudades enteras si está inspirado. Nunca hay cables, nunca hay tanques de agua ni espacio para basura. Guille tiene 6 años y es con quien más me gusta hablar. Cada vez que dibuja, le hablo, le pregunto qué está dibujando y encuentro siempre cosas que no sé. Emi también dibuja. Más bien, pinta. Hace arte abstracto y hermoso. Lo amo con todo mi ser, pero a veces no está de buen humor para escucharlo. Por eso los miro, busco imágenes que hagan más extáticas mis experiencias. Pensé que esa palabra no existía todas las veces que me la dijeron. Hay muchos poetas que no conozco. Me pregunto, siempre, para qué pensar en la verdad de las cosas. Es como si yo dijera que me gusta un chico feo. Todo el mundo me preguntaría “¿de verdad?” o algo así, antes de decirme que está bien, y que entonces no debe ser tan feo. Yo creo que no entienden. Me gusta un chico feo y no importa si es feo  porque no existe tal cosa. Me gusta, lo importante está en el gustar del sujeto y no en la cualidad del objeto. Qué pasaría si elimináramos todos los adjetivos del planeta, me pregunto. No habría entonces tanto lugar a la verdad. Por ejemplo: la casa grande tiene ventanas luminosas que permiten la entrada de grandes cantidades de luz. La casa tiene ventanas que permiten la entrada de luz. No sé si es el mejor ejemplo, seguramente no. Cuando pienso en un poema de Susana Villalba, y eso es casi todos los días, no puedo dejar de recitarlo mal. Mal es un adverbio. Es parte de la apropiación, pero si un día me la cruzara, le diría, ey, susy, en este verso queda mejor sumiso que sumido. Y cosas así. No hay por qué decir verdades. De todas maneras, seguramente mis palabras le cayeran bien mal. 


viernes, 1 de agosto de 2014

El estallido


Yo tengo ganas de escribirte algo pero lo veo complicado. Lo veo como un acto que haré sólo para pasar mi tiempo. Lo único lindo que podría decirte ya lo dije y se trataban de frases cortitas, de palabras que no sabía ordenar porque hace nunca las dije. Pero ¿ves? No me estás entendiendo. Lo que pasa es que las metáforas y connotaciones no se puede traducir. Pero para que me entiendas estoy como en la nada. And what is that mean? Vas a preguntarme, ya lo sé. Y yo no sabría cómo explicarte en otro idioma que tengo una obsesión por tomar a personas, a objetos, a sueños, a figuraciones que están en el aire; sostenidas por una orgullosa fuerza invisible. Y ahí voy yo y ¡PUM!  A tomar lo que sea que me llame la atención aunque ya sepa que va durar un momento. Lo que duran los parpadeos más cortos, el estornudo que se escapa y nunca jamás vuelve. Y luego ZAS, el golpe y finalmente BUM, el estallido. Por qué estallo. ¿Por qué estallo? Porque estallo. No soy capaz de prevenirme porque yo ya sé lo que me va a pasar pero es como si a los niños sí les gustara quemarse con la estufa y ahí vamos de necios. Cuando me doy cuenta ya estoy estallada. Así estabas tú y después tus ojos y: pum, zas, BUUM. Y yo ahora tengo ganas de subirme a los aviones sin pagar y viajar hasta siempre y hasta muy lejos. Ya pasó esa época en la que me obsesionaba con tener una especie de máquina del amor que me llevara lejos. Pasé esa época de fantasía chafa, ahora vivo una fantasía profesional. Quiero gritar. Qué te puedo decir. ojalá me duela todo el cuerpo después del estallido. No quiero repararme nunca.