miércoles, 22 de abril de 2015

lunes, 13 de abril de 2015

Jueves 9 de abril



Algunos días difíciles me pregunto qué pasó, como hoy. Esos días miro la mochila como un parámetro confiable. No sé qué hace a la complejidad de un día o de otro, tengo pocos datos objetivos y ningún método válido. Al final del día, hoy, mi mochila tiene un libro más que a la mañana, tres cajas de anticonceptivos, una manzana. El autor del libro es un puestero de libros. No tenía el libro que yo buscaba y como una compensación me regaló el suyo, sus "Silencios y despedidas". Hoy volví con menos fotocopias, sin un alfajor. Dejé una exposición de Adorno, un ensayo sobre hojas recicladas, dejé caminatas y un puñado de tierra, soltado con fuerza y con odio, con tristeza, con ganas, con asco.
No sé el por qué del gesto, tirar apenas un puñado de tierra sobre un cajón, no sé de oraciones. Hoy volví con un muerto menos, las manos sucias y una manzana y un libro en mi mochila.

sábado, 4 de abril de 2015

Palabras, más que palabras

La palabra dicha, la palabra hablada, escrita.
Hemos creído que las cosas se hacen con palabras.

Hágase, la luz.
Ojalá siguiera funcionando.

Construimos mundos paralelos, infinidad de ellos.  
Algunos construyen metrópolis infinitas, laberinticasbibliotecas, 
otros solo bosques, o llanuras y montañas.

Todos construimos un pequeño espacio dicho 
que se le prohíbe a los objetos corpóreos que somos

Las palabras se cruzan se encuentran,
se desencuentran, la gente, la realidad, las realidades construidas.
Porque siempre lo son, los delirios, los dueños de la verdad.

Adhiero, a reconstruirse,  fragmentarse y cual rompecabezas infinito
inventarte nuevamente.  
Pero somos paralelos, mundos y formaciones. 
No te levantes tanto, porque cuando mires a tu alrededor
veras que tu elección otra vez te dejo sola.

La horizontalidad es múltiple, 
lo vertical nefasto, autoritario y lo peor, solitario.

Nos construimos de palabras alejadas,
las tuyas bañadas en sangre,
de herida recubierta de hojalata.  
Cuando pase el fuego  ya no se que quedará.

Las palabras consumen el tuyo,
recrean el nuestro.

Me gustan los mundos paralelos, el mío, el de ellas.
Ojalá. Te hubieras quedado. 
Pero no.
Subís tanto, tus palabras.  Espero no se caigan sobre vos. 




miércoles, 1 de abril de 2015

El imaginario

<Es como hurgar en lo íntimo, la privacidad tan deliberadamente resguardada que solemos proteger de ojos fisgones. Así se debe sentir Dios que, si quiere, abre nuestro candado pedorro del diario íntimo con sólo pensarlo. O quizás con un tenedor, como hacía mi hermano.>
Estos pensamientos abrumaban la cabeza de una mujer que observaba a un chico de un balcón próximo pero no vecino. Aunque borroso, algo se dejaba ver de ese sujeto.
Fantaseó largamente con que el chico también la estaba mirando y haciendo una historia sobre ella. Algo así como el principio de un amor. Pseudo amor, amor virtual o lo que sea.
Primero observa el contexto de su hábitat. <Es como el zoológico>, pensó.
La decoración es fundamental. Si la atrae, el chico misterioso sube algunos escalones.
La chica es de esas que gusta de los ambientes. De aquellas que prefieren la estética antes que la practicidad. Esa vela que ven ahí, siempre apagada, va ahí porque queda bien. Punto, se acabó.
Pero vuelve al chico. Su imagen se vuelve a posar en algún lugar de su rabillo y vuelve a perderse en esta imaginación.
Lo mira. Ve puras sombras que recortan el fondo bien iluminado de su departamento. Le atrae. El chico está inmutable ante el presunto gol de river que la gente alrededor acaba de festejar. 
Mejor.
No le gustan los pibes fanáticos del fútbol. Esa devoción desaforada la abruma. Le indigna, aún más, el dinero que reciben esos muchachos que mueven la pelota.
Vuelve al chico. Cree que alguien más está en el balcón. -¿Amigo o “amiga”?-se preguntó.
-mmmm….
¿Cómo se verá ella, de todas formas, desde la distancia?
Ella que se apropió de cierto espacio imaginario del que goza. Su hogar.
Cree que un espacio dice mucho de las personas. También, al parecer, le da mucha importancia a lo que dicen los demás. Es por eso de verse en el otro, las teorías del reflejo y esas yerbas. Es también supersticiosa, cree que algo la está mirando siempre. Seguramente por su tentación a creer en que ella es especial, aunque reconoce que debería darle menos importancia a su presente para adoptar la vida asceta y bueno, eso que también está de moda por su mente.
Presentarla de esta manera no tan seductora es interesante. El que quiere seguir adentrándose en una mujer así, es porque quiere algo más que un garche. O puede ser también de esos que harían cualquier cosa por un garche, como estar con una loca, desvirtuada mental y/o psicópata fetichista, menemista, con tendencias pinochetistas o lo que sea. <Los hombres hacen cosas extrañas para coger, -pensó-, pero seguro las mujeres también.>
Todo bien, nadie tiene la verdad, etc.
La chica le pregunta a su hermano si veía a alguien en aquel balcón misterioso. El hermano mira detenidamente y, tras pausada reflexión, mira a su hermana y le dice, francamente: 
-Pendeja, eso no es un pibe. Es una planta grande que hace sombra.