jueves, 31 de julio de 2014

Marcas

Me gusta lo punzante
El cuerpo marcado
Los huesos hablando.

Tu clavícula
Tus manos recorriendo mis cartílagos
Mi hueso desviado
Y tu dedo atravesando.

La piel me molesta.
Quiero sujetarte tanto
Hasta que estalle tu compostura
Y se desvíe.

(No quiero que lleves de mí
Nada que no te marque)

Anidas en mi tráquea
En la construcción ósea
De mi cerebro vibrante

Me gustan los cuerpos
Caminados por historias
Los ojos de recuerdos y de olvidos.

Quizá por eso he vuelto.

Hemos recorrido historias,
Caminamos sus ruinas
Y hoy somos el sedimento de un pasado incrustado

Que desea revivir.

miércoles, 30 de julio de 2014

Estaba en Margot, el “café notable” de Boedo. La habitación era antigua o quizás estaba llena de cosas antepasadas que hoy sólo sirven de decoración. Hay retratos de viejos que deben haber muerto hace un par de años ya largos; cuadros y publicaciones de sprite del año del sorete. Esas señoras con peinados elegantes, ya no existen. Ahora, probablemente, aparezca una chica semidesnuda promocionando la gaseosa.

A través del vidrio la misma calle, el mismo empedrado. Paulina cree que a pesar de estar en el hoy que alguna vez fue el ayer en este mismo lugar, hay una desconexión que le impide borrar el incesante segundero. El espejo le llamó la atención y no sabía por qué. Ahora lo mira y ve todo al revés.


Después, mira hacia la ventana pero sólo ve el afuera. El auto que pasea lentamente la extraña. Una suerte de ostranenie.  La carrocería, piensa, es peculiar. Concluye, sin embargo, que de todas maneras no sabía un carajo sobre carrocería.  Lo extraño es el brillo del vehículo y  aunque parecía de otro tiempo, se ve como nuevo. Acaso ostentaba el cero kilómetro. 

Ahí está de vuelta. La mirada sobre el espejo otra vez. Cree percibir, finalmente, un enigma a través de él. Algo curioso, incluso ridículo. Esfuerza cada vez más los ojos. Ahora sí. Nada tenía que decir este espejo de mierda. Todo sigue igual, aunque el reflejo del mismo parece invertido. ¿Se ven al derecho o al revés las cosas? Es como pensar para qué lado gira el agua del inodoro para afanarse que en otros países gira hacia el otro. ¿Izquierda, derecha? Qué importa. Lo groso es que somos distintos. 

lunes, 28 de julio de 2014

ese círculo de noche



se acuesta y siente el golpe del corazón en los oídos dentro de él un señal intermitente estoy acá acá abajo tuyo siempre el pie dando otro paso ella escucha con los ojos cerrados el ritmo regular repetitivo cíclico da igual cómo decir lo mismo hubo un principio y fue hace tanto no se acuerda caminaba con un rumbo fijo pensaba cómo se forma una línea de pasos como puntos que unen el principio y el final pero dónde fue el principio de ese círculo no poder dormir en las noches

pero ahí está el golpe desde adentro del pecho le recuerda acá estoy al lado una vida son eso latidos recordando las ganas de seguir caminando dos mil millones de latidos, una vida kilómetros pasados ella escucha en el pecho como un trote tranquilo suave el caballo galopa en un prado verde puede oler ese verde el pasto rozando su mejilla ella y él galopan sin descanso casi no hay viento


el latido sana la herida que la noche le abre al día agujero por donde ella cae caminando distraída por el borde todo tiene al menos un lado y otro que no se ve caída ella en la noche que es un tajo cada puntada acerca cada latido cose y el alba está viniendo rozando casi el caballo del prado siempre abajo acá estoy de cara al sol con este respirar liviano y tanto silencio

viernes, 25 de julio de 2014

Viernes despejado sin ti




Nos habíamos quedado de ver un viernes a las cinco de la tarde. Desde miércoles yo estaba pensando en cancelar pero no tenía más pretextos, él tampoco. Desde hace varios años, no sé exactamente cuántos, veníamos cancelándonos las citas, evitando los encuentros, procurando vernos en lugares con otros conocidos para evitar las palabras dirigidas. Nos conocemos desde siempre y sin embargo, sabemos poco de nosotros. Siempre me sorprende con las cosas que hace o dice. A veces tiene  cincuenta años y a veces  dieciocho, a veces gatea y babea como un nene. Es como varias personas que actúan a ser él y llamarse de la misma manera. Y un día fríamente le dije, (yo comía una manzana terminé de dar una mordida y después de ese crujido que hacen las manzanas) te hace falta madurar.  Se fue caminando lento y ni ganas me dieron de seguirlo. Hacía mucho frío, el clima allá es cambiante y loco. Corrí a verlo por la ventana sin que me viera, me intrigaba su vida, saber a dónde se iba y con quién. Desde esa ventana había una perspectiva a toda la calle, uno a veces ve cada cosa mientras come una manzana. Naturalmente lo perdí de vista al poco rato. Caminaba lento y encorvado. En el pelo se le notaban los años, tantos recorridos en la mera nada. Había temporadas que se dejaba el pelo muy largo y eso él en otro tiempo lo hubiera odiado. Pero como ahora se había convertido en eso que él mismo odia, no le queda otra que aceptarse. 

Deseo que cuando mires el espejo hagas todo: escupirte y sacarte la lengua, insultarte también sería una buena opción; algo que te humille por completo. 

Somos un montón de versiones de nosotros mismos, él sacó su peor versión. 
 En estos momentos quisiera que me cambiaran por una mujer que sepa escribir con las dos manos, porque yo no puedo y la mano con la que escribo me tiembla.  Hacía ----- tiempo nos habíamos despedido en el aeropuerto. Me dijo que me cuidara y por favor llámame ni bien llegues. Claro que no lo llamé, yo tenía anotados cuatro números distintos de su posible ubicación, siempre -estaba ido de todas partes-. Supe con una certeza fría y razonable, como son todas las certezas, que no lo encontraría detrás de ninguna línea telefónica, que gastaría llamadas de larga distancia a lo puro tonto, que mejor sería llamarle a otra persona, cualquiera que fuera. Busqué la carta que me había dado, porque él para despedirse ni abrazaba ni hacía esos gestos ridículos que la gente hace con la cara cuando está a punto de llorar. Sin embargo, me dio una carta que supuse debía leer en tranquilidad. El avión estúpido con su motor afuera y sus azafatas gordas  no invitaron  a una gotita de amor, a un poco de tranquilidad, no leí su carta ahí, era frío y yo era como una humedad pegada al cielo (¿cómo alguien puede hacer el amor en un  avión?).
No encontré ninguna carta después. Me sentí ridícula. Tampoco hice esfuerzo alguno por buscarla. Podía estar en algún bolsillo, pero no busqué. 

Cuando volví, una de las tantas ves que yo volví y vine y volví y venía e iba, me lo encontré. Yo azoté el pie contra el piso. Me esforcé para que  no me reconociera y así fue, pasé de largo y él inmóvil, ignoro si me vio o si hizo el mismo esfuerzo que yo. Entré a mi casa y esperé a que se fuera. Sólo entonces mi tranquilidad volvió. Pero llegó ese momento, en el que inevitablemente teníamos que saludarnos, inventar una postura, recoger la pena.
-       ¿Nos vemos el viernes? Dijo y yo claro, sí, me gustaría.  Antes de que me dijera algo se lo confesé
-       perdí tu carta. Soy muy tonta. Lo siento mucho. Casi me saco el corazón de tanta pena, y él ¿eh, qué carta? y yo ora vez yo y mi cara olímpica de  Ah, no nada. sí, nos vemos el viernes dije odiándolo una con una pizca más de arena para el mar, más de sal para el agua, yo lo odiaba cada vez y a cada rato, el odio se renueva y se renuevan también los pretextos para no verlo. Bueno, cuídate. Te llamo el mismo viernes para ver en dónde nos vemos. Me hice la que actuaba normal, la que estaba ansiosa de que llegara ese viernes. Incluso me engañé a mí misma, cosa que también siempre pasa. Ay por fin, lo voy a ver. Nos lo merecemos. Claro que teníamos que hablar, aunque después de eso se acabara el mundo. Me fui caminando como por caminar nada más. Aunque esas caminatas a mí me desesperan, eso de andar a lo puro tonto no es para mí. Además en esa ciudad hace un sol tremendo: chamusca a la gente. El sol se apoyaba arriba de mí. Eran como las tres de la tarde y me daba rabia el calor y la idea del viernes. Me quedé esperando su llamada. Claro que no llamó. Pero lo hice yo. Tomé sus cuatro números de teléfono y empecé a probar. Dos de ellos no existían, uno estaba equivocado, el otro no probé porque ya no me quedaban ganas. Pensé que me había librado de él. No fue así, me lo encontré otro infernal día, a las cinco de la tarde, pero no me habló. Sólo estaba ahí y no habló. Probablemente sabía quién era yo pero su esfuerzo fue idéntico al mío, la lucha por no hablarnos permanece.



jueves, 24 de julio de 2014

Jueves

Me pregunto de qué se trata
Cuando me relleno de tu historia,
Del sabor de tu amargura.
 
Hoy tengo la cara de un pasado que te atormenta,
A veces de la libertad,
A veces de miedo
O de rebeldía constante y pegajosa

Hoy me desfiguro frente a vos
Me vuelvo añeja,
 se decoloran mis ojos y mis manos.
 
Mientras hablas
Mientras tiras tus años,
tus recuerdos y las sombras de un ayer
Muerto
que no olvidas.
 
Como foto antigua,
Con ojos atrapantes, con boca que habla
Pero petrificada,
Decide callar.

Se disuelven mis manos en el silencio
se contracturan mis genes poco a poco.
Ya no me reflejo en la imagen,
ni en la historia que persistís narrar.
 

miércoles, 23 de julio de 2014

Es esa cosa de vuelta.
Chispa, esencia.
Relámpagos y truenos le dicen algunos.
Siempre buscando el quiebre, la rendija.
La madera hermanada.
Es por esa idea que cuando llega, se apodera del resto.

Sabe lo que le espera. La siempre larga lucha.
La coraza siempre íntegra.
Se hace un hueso más de nuestro cuerpo.
Pero ahí está esa  chispa, la esencia
es esa cosa de vuelta
que me hace estallar
y devora cualquier muro.

lunes, 21 de julio de 2014

ENCANTADA


 encantada


No te puedo decir
qué me eriza la piel
y me mirás y te reís
me pongo roja
creo que sabés lo que es pero
me lo preguntás igual
y así es como funcionamos
la pregunta no es
qué me eriza la piel sino
qué te digo
que te deja
 escuchándome decir que no sé
y riéndote

Porque cuando pienso
qué me eriza la piel
escucho tus palabras saliendo una a una
de los labios
catarata, manantial, hechizo y mientras
me preguntás
qué me pasa    siento
siento el aire que roza tus dientes
aire que trago
con la boca abierta
aire que toco con la panza con los hombros
con la cara  y me envuelve
tu palabra
me encuentra
esperán donos


eso me pasa


(porque hoy alguien se acordó de este poema)